Los grises muros se llenan de muertos.
Las venas abiertas reparten su sangre
A las ebrias plantas de aquella noche.
La lluvia delicada rocía tu cabellera
Pero el aroma frío ya se ha ido,
Por la tierra venturosa hasta el río azul.
No llegarás caminando,
Porque los ladrillos son muy livianos.
Las piedras ya no aguantan más vino,
Porque ya no pueden navegar en la lluvia.
La luna ilumina, pero no trae la claridad.
Nadie comprende cómo la tiniebla lo pudo esconder.
Sólo se ve aquel pelotón que acaba de disparar.
Los párpados se cierran, igual que los poros.
Corre el rojo, pero nada más logra revivir.
Los grises muros se llenan de muertos.