Anarquía ciberespacial (2004)

Al preguntarle al usuario inexperto de internet quién es el dueño de esta red cibernética, podemos obtener tres posibles respuestas. La primera es que la internet es una completa anarquía sin dueños. La segunda, que los dueños son los gobiernos mundiales. Por último, el usuario podría responder que la internet pertenece a compañías capitalistas mundiales con mucho poder económico. Navegando entre ceros y unos, intentemos sintetizar una contestación a nuestra pregunta hipotética inicial: la internet es un espacio quizás bastante anárquico, con poca intervención gubernamental, y movido económicamente de forma parcial por compañías capitalistas.

La opinión generalizada es que la internet no es más que una red mundial de computadores que permite la transferencia de datos entre los usuarios conectados en ella. Sin embargo, para otras personas, es muchísimo más que eso. Quizás es por esto que, para muchos usuarios, es casi un insulto el decir que la internet es anárquica. Echándole un breve vistazo al diccionario de la Real Academia Española, encontramos que la anarquía se define como la "ausencia de poder público" o "un estado de desconcierto, incoherencia y barullo". Algunos simplifican este término, igualándolo con el caos y el desorden, cualidades negativas, pero que no sirven para precisar e identificar exactamente lo que es la internet. Otros entienden que la naturaleza humana hace a la anarquía un estado imposible. Para entender a cabalidad por qué la internet es anárquica, y por qué debe mantenerse así, necesitamos prescindir de las connotaciones negativas de la palabra ‘anarquía’; por esto, para efectos de este texto, nos adheriremos a la definición primaria de la "ausencia del poder público".

A pesar de que la internet fue fundada por la rama militar de los Estados Unidos, pronto se expandió a las universidades y se irradió por todo el mundo, alcanzando a los usuarios personales y convirtiéndose en lo que hoy conocemos como la internet. Sin embargo, desde muy temprano, esta red de computadores se ha caracterizado por una cualidad misteriosa, el no tener un dueño. Se argumenta que la naturaleza anárquica de la internet ha originado la mayoría de los problemas actuales de ésta. Veamos rápidamente algunos de ellos. En primer lugar, se encuentra el problema de la piratería y la violación de los derechos de autor. Debido a que en la internet la información está disponible al público en general y ésta es fácil de distribuir, resulta muy difícil proteger los derechos de autor. El ejemplo más notorio de la violación de los derechos de autor es el fenómeno de bajar música, gracias al caso de Napster.

Sin embargo, éste no es el único, entre otros se incluye un problema creciente y sumamente irritante es el del correo electrónico no solicitado, conocido mejor como "spam". Según el periódico Washington Post del 13 de marzo de 2003, casi el 40 porciento de todo el tráfico de correo electrónico en los Estados Unidos es basura, o no solicitado. En términos de costo annual, este problema representa más de 8.9 billones para las corporaciones de Estados Unidos (AP, enero 2003). El problema del correo no solicitado, sin embargo, no se limita a las corporaciones, sino que invade la vida diaria de cualquier usuario privado de la red. Los usuarios novatos ven inundadas sus cuentas de correo electrónico con propaganda inútil: anuncios falsos de que alegadamente se han ganado viajes en crucero, anuncios descarados de pornografía, o promociones de productos milagrosos de inexistente valor medicinal. En fin, a todos nos indigna no poder recibir ese mensaje tan esperado porque el correo no solicitado nos sobrepasó completamente el límite de mensajes de la cuenta.

En el mundo concreto, el correo de Estados Unidos penaliza como ilegal el envío de ciertos materiales como la pornografía infantil, o correo no solicitado de contenido sexual. Para las autoridades postales, no resulta muy difícil prevenir o sancionar este tipo de envíos. Sin embargo, en el mundo cibernético las cosas cambian, ya que resulta muy complicado rastrear correos electrónicos o cerrar páginas de internet en países que no tienen leyes en contra de prácticas ilegales o inmorales. Los únicos límites que encuentran aquellos que realizan estas actividades inmorales son su propia imaginación y la capacidad que tengan para adaptarse a las nuevas tecnologías.

Por otro lado, con la internet la libre expresión ha llegado a niveles sin precedente, lo que a su vez ha dado pie a cuestiones hasta ahora inusitadas. Por esto, la información que circula en línea puede ser falsa, difamatoria, u ofensiva. En este universo de información sin límites, evaluar la validez y utilidad de la información recae así completamente a discreción del usuario. Por otro lado, esta libertad de expresión a veces causa problemas tales como el acceso a menores de recursos pornográficos y la proliferación de la prostitución infantil, y el aumento de la promoción del odio por parte de grupos que han recurrido al internet como herramienta para llevar a cabo sus comunicaciones.

Otro factor que hace más anárquica esta red, es el hecho que su contenido no está sujeto a las leyes de un país en específico, ni tampoco existen leyes reguladoras. Por ejemplo, en Alemania y Suiza, el libro Mein Kampf de Hitler está censurado, por lo que las librerías de esos países no pueden venderlo. Irónicamente, en septiembre de 1999, este libro llegó a número dos en la lista de libros más vendidos en Alemania por la mayor librería en línea, la popular Amazon.com (http://www.tau.ac.il/Anti-Semitism/updates/i99020.html). Este caso nos muestra cómo la internet ha venido a ser un medio para conseguir lo prohibido.

Sin embargo, la anarquía en la internet sí tiene algunos límites. Actualmente, existen organizaciones dedicadas a organizar esta red. Entre ellas se encuentra la ICANN ("Internet Corporation for Assigned Names and Numbers"), la cual se encarga de asignar los dominios, o nombres con que se identifican las compañías, organizaciones y grupos en la internet. Sin embargo, actualmente, cualquier entidad o persona que desee comprar un dominio, lo puede hacer si tiene el dinero y provee una información básica de contacto. Esta libertad ha creado algunos problemas en el área de la propiedad de los dominios. Hoy en día, se ha convertido en una práctica común el comprar dominios con mala fe, con el propósito de que una persona famosa o una compañía pague inmensas cantidades de dinero por el dominio. Por ejemplo, ha habido disputas por los derechos de autor de los dominios sting.com, madonna.com y bussiness.com. En algunos casos, las autoridades les otorgan los nombres cibernéticos a los famosos o a las compañías, aunque a veces, el primer propietario demuestra que usaba el dominio con buena fe. Muchos consideran que esta práctica viola las patentes o derechos reservados. Otro ejemplo de intentos de imponer el orden en la red cibernética es el establecimiento de grupos de "policías cibernéticos", mayormente auspiciados por países como el Reino Unido y los Estados Unidos. Estas unidades policiales principalmente manejan crímenes relacionados con robo de información o penetración sin autorización de sistemas, pornografía infantil, o terrorismo, entre otros. Sin embargo, estas unidades policiales aún no han causado un impacto significativo en la prevención del crimen cibernético.

Una creencia bastante generalizada dice que las compañías capitalistas son los dueños de la internet. Todo lo contrario: a pesar de que la internet es movida económicamente de forma parcial por compañías capitalistas, éstas no son dueñas de la red, ni la controlan. Sin embargo, gracias a las posibilidades comerciales de esta red, entre las cuales se encuentra el hecho que las ventas en línea ya alcanzan los billones anuales, muchos empresarios han decidido mejorar la infraestructura de la red e invertir en ella.

¿Cómo sería la internet si un gobierno la regulara? Primero que nada, todo tipo de regulación sería muy difícil de implementar ya que no se estableció desde el comienzo mismo de la internet. Bajo el control gubernamental, puede que muchos problemas actuales se aminoren, pero por otro lado, sostener esa autoridad generaría nuevos gastos, que a su vez tendrían que ser pagados mediante impuestos. Además, sería probablemente necesario empezar a cobrar por servicios que actualmente son gratis, entre éstos los que necesitarían de mayor supervisión, como las salas de chat y el correo electrónico. Esto, lógicamente, se traduciría automáticamente en precios más altos para acceder a esta red. Uno de los mayores atractivos de la internet, la libre expresión, sería coartada, ya que para establecer un orden y monitorear el uso de la red cibernética, se tendría inevitablemente que monitorear y censurar el contenido. Finalmente, podría generarse una lucha de poder, en la cual los países o compañías con más dinero tendrían más oportunidades de salir beneficiados.

La internet es un mundo aparte en constante movimiento. Poco a poco la integración de esta tecnología a nuestras vidas se acelera más. Algunos países de avanzada, como Estonia, han reconocido como un derecho social el tener acceso igual a la internet (C.S.Monitor, julio 2003). Con la introducción de nuevas tecnologías y el estable aumento del número de usuarios que usan la red cibernética, quizás algunas cosas cambiarán. Sin embargo, una cosa debe permanecer igual: el estado de saludable anarquía que asegura que la internet siga siendo un medio de comunicación abierto que permita la igualdad entre sus usuarios, costos reducidos, servicios gratuitos y la capacidad de expresión.