"Aunque no hayan respondido a cada conflicto durante medio siglo de
historia, las Fuerzas de Paz de la ONU han salvado miles de vidas”
Koffi Annan – Secretario General de la ONU
La Organización de las Naciones Unidas fue creada tan pronto finalizó la Segunda Guerra Mundial, la más destructiva en la historia, para así proteger a generaciones futuras de semejante tragedia. Desde el comienzo, se reconoció la necesidad de un personal imparcial que calmara la situación en conflictos bélicos. Los líderes de la organización desarrollaron la idea de constituir un grupo internacional de soldados y civiles para así mantener y restaurar la paz mundial. En 1948, nacieron las Fuerzas de Paz de la Organización de las Naciones Unidas, también conocidas como los Cascos Azules (“Blue Helmets”), luego de que los primeros mantenedores de paz fueran enviados al Medio Oriente.
En los primeros años de las Naciones Unidas, las Fuerzas de Paz utilizaban su entrenamiento y disciplina para monitorear zonas de conflicto, separar fuerzas hostiles, y patrullar zonas desmilitarizadas. En años recientes, las operaciones de paz se han vuelto más complicadas. La presencia de Fuerzas de Paz aún previene batallas potenciales entre dos bandos en conflicto; pero hoy en día, las actividades políticas, militares y humanitarias reciben la misma importancia en una misión de paz. Esto significa que los oficiales de policía, los observadores de elecciones, los monitores de los derechos humanos y los civiles trabajan en conjunto con el personal militar. Algunos de las funciones de las Fuerzas de Paz incluyen dar ayuda a refugiados para que éstos regresen a sus casas y proveer alimentos, agua y refugio a las víctimas del conflicto. En otras misiones, las fuerzas de la ONU remueven minas terrestres y anti-personales, entrenan policías civiles y en algunos casos, monitorean las elecciones para sentar las bases de una paz duradera.
Las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas no son enviadas a cualquier parte del mundo donde haya un conflicto. Los países miembros de la ONU son estados soberanos, por lo que una fuerza internacional no puede enviarse a cualquier país sin consultar al país involucrado, a los partidos políticos del país y a la comunidad internacional. Por último, es necesario que los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU creen una misión y la aprueben. Cualquiera de los 5 miembros permanentes de este consejo (China, Francia, la Federación Rusa, el Reino Unido y los Estados Unidos) puede vetar cualquier decisión referente a una operación de paz. Una misión de las Fuerzas de Paz debe tener el apoyo financiero y político de los países miembros de la ONU; sin esta clase de apoyo, ninguna operación de paz puede cumplir su meta.
Sin embargo, la Fuerza de Paz no constituye un ejército. La mayoría de sus miembros son soldados, pero también hay bomberos, policías, doctores, enfermeras, pilotos, ingenieros y voluntarios de naciones miembros de la ONU. Cuando un país aporta soldados para tareas de mantener la paz, el gobierno retiene la última autoridad sobre sus propias fuerzas militares. Los soldados que mantienen la paz utilizan el uniforme del país de procedencia y no juran lealtad a la ONU. Generalmente, los soldados están armados de forma ligera solamente para su propia defensa.
En casos donde las estructuras cívicas de un país han sido destruidas, las Fuerzas de Paz de la ONU ayudan a reconstruir las instituciones esenciales. Por ejemplo en Haití y Bosnia Herzegovina, los mantenedores de paz entrenaron a oficiales de policía para que éstos fueran justos y respetaran los derechos humanos de las personas. Por otro lado, en Namibia, supervisaron unas elecciones democráticas.
La eficacia de las Fuerzas de Paz
Desde la primera misión de paz en 1948, 110 naciones han contribuido con personal en diferentes momentos. Más de 750,000 militares y civiles han participado en 49 misiones aprobadas por el Consejo de Seguridad. Lamentablemente más de 1,550 de estas personas han muerto cumpliendo sus labores de paz; más de la mitad de estas muertes han sido en los últimos 6 años. Mantener la paz mundial es algo serio y peligroso; en conflictos bélicos los miembros de las Fuerzas de Paz son atacados deliberadamente.
La presencia de mantenedores de paz en situaciones como la de Chipre, el Sahara Occidental, Haití, Namibia y la República Central Africana ha sido limitada por la propagación de la violencia. En otros lugares, las misiones han sido menos exitosas. Las Fuerzas de Paz sólo pueden hacer su trabajo cuando son apoyados por los gobiernos del mundo, y aceptados por los bandos del conflicto.
El costo anual del personal y el equipo de las Fuerzas de Paz de la ONU llegó a $3.6 billones en 1993, reflejando los costos de las operaciones llevadas a cabo en Somalia y la antigua Yugoslavia. Posteriormente, los costos de las operaciones de paz comenzaron a bajar hasta que en 1998 llegaron tan sólo a un billón de dólares. Actualmente, el presupuesto anual para las operaciones de paz es de más de 2.5 billones. Todos los miembros de la ONU deben pagar una cuota anual destinada a las operaciones de la organización. Pero, lamentablemente, los estados miembros deben millones de dólares a la ONU, incluyendo a los Estados Unidos. Como resultado de esta deuda, resulta mucho más difícil para la ONU apoyar misiones de paz y proveer el entrenamiento y los recursos necesarios para prevenir o resolver conflictos bélicos.
El actual Secretario General de la ONU, Koffi Annan, está intentando al máximo prevenir las misiones de paz, siguiendo la línea de pensamiento de que las misiones de paz deberían ser un último recurso. Esto ha llegado a causar inconvenientes, pues en vez de resolver un conflicto antes de que empeore, éste se ignora y por consiguiente se complica.
Otro aspecto importante al evaluar la eficacia de las Fuerzas de Paz es el hecho que los soldados y civiles enviados provienen de diversos países con culturas y costumbres diferentes. Dicha situación crea choques culturales, lo que a su vez empeora la situación y atrasa las misiones.
Por otra parte, se ha enfatizado el poco entrenamiento que reciben los soldados y civiles de la Fuerza de Paz. La falta de experiencia de sus miembros causa que el conflicto bélico empeore ya que en muchos casos los soldados y civiles no cuentan con las herramientas necesarias para prevenir un conflicto o ayudar a terminarlo. El Instituto de las Naciones Unidas para el Entrenamiento y la Investigación (UNITAR), provee más de 16 cursos a distancia en mantener la paz. Pero muchas veces este entrenamiento no es suficiente, y en muchas ocasiones los soldados y civiles reciben sólo el entrenamiento más básico.
Otro aspecto importante que hace que las misiones de paz de la ONU sean infructuosas es el hecho de que no se definen bien las misiones; no se establece el objetivo claramente, y se envía poco personal mal armado a un conflicto que necesita muchos soldados bien armados y civiles bien preparados. Por ejemplo, en enero de 1992, se enviaron a los Balcanes pocos soldados para monitorear un cese al fuego y separar los bandos implicados, pero las Fuerzas de Paz se toparon con una situación mucho más complicada. El Consejo de Seguridad había aprobado una misión con pocos soldados armados livianamente. Por lo tanto, la misión fue un fracaso hasta que las fuerzas de la OTAN intervinieron. Si las Naciones Unidas hubieran movilizado 60,000 soldados bien armados en enero de 1992, se piensa que los abusos a los derechos humanos y el genocidio hubieran sido prevenidos.
En Bosnia, Ruanda y Sierra Leona, las Naciones Unidas enviaron muy pocas personas con un mandato débil, por lo que la vida de miles de civiles no pudieron ser rescatadas. En Ruanda, esto causó que el conflicto étnico entre las tribus no se pudiera resolver. Cuando militares serbios en Bosnia masacraron civiles en un refugio establecido por la ONU, las tropas de la ONU simplemente se limitaron a observar. En varias ocasiones se ha acusado a soldados de las Fuerzas de Paz de violar los derechos humanos. En la Misión de las Naciones Unidas en Sierra Leona (UNAMSIL), se ha discutido la posibilidad de que los soldados estuvieran involucrados en abuso sexual y explotación contra los habitantes. Aunque no hay ninguna prueba contundente, esto es bastante grave, ya que se espera que las Fuerzas de Paz protejan los derechos humanos, sean completamente imparciales, y no causen más conflictos en la zona.
Otro aspecto importante que hace que las misiones de paz de la ONU sean infructuosas es el hecho que no se definen las misiones muy bien; no se establece el objetivo muy claramente, y se envía poco personal y poco armado a un conflicto que necesita muchos soldados bien armados y civiles bien preparados. Por ejemplo, en enero de 1992, se enviaron a los Balcanes pocos soldados para monitorear un cese al fuego y separar los bandos implicados. Pero las Fuerzas de Paz se encontraron con una situación mucho más complicada. El Consejo de Seguridad había aprobado una misión con pocos soldados armados ligeramente. Por lo tanto, la misión fue un fracaso hasta que las fuerzas de la OTAN intervinieron. Si las Naciones Unidas hubieran movilizado 60,000 soldados bien armados en enero de 1992 se piensa que los abusos a los derechos humanos y el genocidio hubieran sido prevenidos.
En Bosnia, Ruanda y Sierra Leona, las Naciones Unidas envió muy pocas personas con un mandato débil, por lo que la vida de miles de civiles hubiera se hubieran rescatado. En Ruanda esto causó que el conflicto étnico entre las tribus no se pudiera resolver. Finalmente, en varias ocasiones se ha acusado a soldados de las Fuerzas de Paz de violar los derechos humanos. Cuando militares serbios en Bosnia masacraron civiles en un refugio establecido por la ONU, las tropas de la ONU simplemente se limitaron a observar.
Finalmente, en el año 2002, el Secretario General de las Naciones Unidas le pidió a un Panel de Operaciones de Paz de las Naciones Unidas, compuesto de individuos con experiencia en varios aspectos, entre los que se encuentran prevención de conflictos, y la habilidad de crear y mantener la paz, para que se evaluaran los cascos azules en una forma franca y específica. Las recomendaciones no sólo enfocaron lo político y lo estratégico, sino más bien áreas operacionales y organizacionales.